jueves, 24 de enero de 2013

PRIMER: VIAJES EN EL TIEMPO AL CUBO, EN UNA CAJA.


Existen una serie de películas que necesito ver cada cierto tiempo por ningún motivo y por varias razones, y Primer (Shane Carruth, 2004), es una de esas películas.

¿Por qué? Primero porque es una película especial, muy especial; tanto en su esencia como en su resultado, y que va más allá de una explicación racional. Segundo, porque es una película barata, barata de verdad (7000 dolares y eso que no se rodó en digital), y me da esperanzas de poder realizar algún largometraje en algún momento de mi vida, incluso, sin tener recursos. Tercero, porque el director es también guionista, actor, compositor, productor y no desentona en ninguna de esas facetas. Cuarto, porque  siempre que la ves descubres nuevos elementos de la historia, a veces pequeños detalles y otras,  grandes momentos. Y quinto, porque no hay una película igual, y tiene más mérito aun si cabe, si tenemos en cuenta que los viajes en el tiempo es un tema que ha sido más que recurrente en el cine de ciencia ficción.

En Primer descubriremos una particular manera de viajar en el tiempo.

Bien podría hacer Spoilers hasta decir basta, que cuando vierais la película no creo que os importara demasiado, ya que es bastante compleja, y porque dedicarle más de un visionado, no sólo es más que necesario, sino un placer. Además, en español es un poco más complicado por un gran fallo en el doblaje (y hasta aquí puedo leer).
De todas maneras, la primera vez que la ves te quedas más que satisfecho. De hecho, terminas con la sensación de que has visto algo muy grande y que no eres capaz de explicar del todo. Y todo ello, mientras pasan ante ti los títulos de crédito más exiguos que he visto en un largometraje.   Por si acaso, si al verla tenéis alguna duda, echadle un vistazo a este esquema  que os dejo, donde se ve la explicación de los viajes de la película de una manera bastante gráfica.

Aún así, intentaré no desvelar demasiado mientras hablo de las bondades de una película que para mí debería estar en la colección de cualquier cinéfilo y de cualquier amante de la ciencia ficción (yo la tengo en DVD, que yo sepa no hay edición bluray pero se puede descargar en la web de la película).
Mi historia con la película fue una pura casualidad, no había escuchado/leído nada sobre la película y un día en el videoclub Imagenio, buscando una película que poder comprar para ver, me la encontré y no sé, pero me dio la sensación de que me iba a gustar. No me equivoqué y una vez vista, la investigué, lo comenté con mi hermano (con el que llevo toda la vida comentando estas cosillas) y vi que mucha gente, aunque no demasiada de España…, pensaba como yo, que es una gran película. Luego cuando la encontré, me la compré y vinieron los posteriores visionados con sus nuevas conclusiones y mayor entendimiento. 
Pero si no queréis, no creáis mi palabra. Si sois de los que pensáis que la calidad de una película se demuestra por el número de premios por los que viene acompañada, tampoco os tenéis que preocupar, ya que “Primer” los tiene, menos de los que debería (siempre, según mi humilde opinión) pero más de los que se espera en un film de estas características y presupuestos: 











                                                                                                                                                                                                                                 


El efecto mariposa dentro de la teoría del caos también, como buena película
 sobre viajes en el tiempo, tendrá su peso en Primer.
"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino).
Hablando puramente de la película, hay varias cosas que agradecer al director, además de su valentía.  Lo primero es que no tuvo en cuenta su presupuesto y quiso contar una historia muy grande y complicada, sin necesidad de artificios o efectos especiales (en ningún momento se ve cómo se viaja en el tiempo, nada de luces o túneles o de ellos cayendo en alguna espiral). Lo segundo, su buen gusto en la planificación de planos, sólo choca la escena de noche buscando al gato, donde el grano de la película es casi molesto y que es de las pocas cosas (junto a los créditos) que delatan que contaba con un presupuesto casi inexistente.  Por último,  la casi no utilización de repeticiones para contar/mostrarnos que las cosas vuelven a ocurrir una y otra vez en el mismo momento de diferentes maneras.  Hay un caso concreto que llama mucho la atención, pero es necesario/importante ya que nos muestra el segundo punto de giro del guión (y otros detalles importantes de la película).
 
Los actores están creíbles, muy creíbles me atrevería a decir, y eso, que el mismo Shane Carruth hace de Aaron,  uno de los dos protagonistas , por no hablar de que salen muchos amigos/familia  del director en la película.
                                                                                                  
  El garaje es donde todo comienza.
La banda sonora está bien construida, sin alardes y realizada en su mayoría a piano. Es un apoyo muy solido en algúnas situaciones, pero nunca está por encima de lo que estás viendo y tampoco es demasiado melodramática en ningún momento, más bien un poco hipnótica, en el buen sentido de la palabra, ya que te  envuelve como la historia y la película. Realizada de nuevo por el bueno de Shane Carruth, supongo, que  la decisión de hacerla él mismo, obedece a la necesidad de no tener presupuesto para un compositor, aunque creo que cumple de sobra(sí, otra cosa que se le da bien),  y seguramente, está mucho más en tono que si hubiera sido realizada de forma externa. También, si tienes la banda sonora te puedes dar cuenta de lo poco que duran los títulos de crédito en realidad, y es que el tema que lleva de nombre “Closing Credits” sólo tiene 0:37 de duración.

El guión es una pequeña obra maestra, ya que está perfectamente estructurado, cuenta de manera sencilla una historia muy complicada, no es nada explícito, tiene unos diálogos muy creíbles y que ayudan a contar la historia de una manera natural (algo que de lo que adolece mucho últimamente  el cine americano, un ejemplo claro sería “Inception”). Por otro lado, es verdad, que la manera de contarlo o el hilo conductor de la historia no es del  todo original. El recurso de la llamada telefónica ya lo habíamos visto ( por ejemplo, me recuerda a otra película de bajo coste y calidad superlativa y también premiada en Sundance: Memento). Pero esto no le resta mérito, ya que no es forzado y además, es un detalle que nos enseñe el director en qué momento se recibe la llamada que nos cuenta la historia (aunque no se le de mayor importancia hasta un posterior visionado).




“Upstream Color” la nueva película de Shane Carruth, donde de nuevo él, aparece como actor.
En conclusión, para mí es una película imprescindible, seas o no fan de la ciencia ficción. No sólo por todos los argumentos que he intentado exponer, sino porque es mucho más que la suma de todos sus elementos, porque su esencia trasciende más allá del raciocinio. Además, no te robará mucho tiempo (siempre que te conformes con verla tan sólo una vez, cosa que es difícil…) y descubrirás que aún hay historias diferentes que ver, que hay talento por descubrir y que quedan genios en esto del 7º arte. Por cierto, nuestro polifacético Shane Carruth (además de todo lo que hace en la película es matemático e ingeniero)  estrena este 2013 su nueva película 9 años después, se llama "UPSTREAM COLOR"  lo hará oficialmente en Abril (en España me temo que ni se estrenará…) y que yo desde luego no pienso dejar pasar, ya sea en salas o añadiéndola a mi colección en cuanto me sea posible. Entre tanto tened cuidado con las cajas donde os metéis…

viernes, 11 de enero de 2013

Historias de Miedo jugables. Introducción.

Soy fan de los videojuegos, me gustan desde siempre. Tuve una Atari y una Master System pero no paré hasta conseguir una Mega Drive. Luego, hubo un paréntesis antes de que vinieran muchas otras de las que aún quedan varias conectadas a mi televisor (y algunas tienen más de 10 años…)

Me gustan los videojuegos pero no todos. No soy muy de disparos, ni de guerras, ni tampoco de juegos en punto de vista subjetivo (con alguna excepción gracias a una factura y calidad digna de elogios como “Bioshock” del que ya hablé en este mismo Blog hace un tiempo) pero además de los juegos de deporte (donde compenso los disgustos que últimamente me da el Sevilla), soy muy muy muy fan de los Survival Horrors, los juegos de miedo de toda la vida para que nos entendamos.
 

Curiosamente, cuando nació el concepto y apareció el término Survival Horror fue en la generación de consolas que me perdí, en ese paréntesis al que antes hice referencia. La generación de 32 Bits donde los exponentes más claros fueron la Sega Saturn y sobretodo la Play Station. En esta plataforma apareció un juego que revolucionó a jugadores y crítica: El “Resident Evil” (“Bio Hazard” en otros confines). Quitando algunos escarceos como Alone In the Dark (que probé en mi 486 y en el  que me mataban siempre en la misma habitación) Capcom hizo que este tipo de juegos naciera y creciera, aunque curiosamente, también lo ha intentado matar varias veces.

 

 

 

Aquel juego nunca cayó en mis manos, no al menos en su formato original, por lo que en mi desconocimiento, no le presté ninguna atención, ni a él, ni a su segunda o tercera parte. Fue ya en la generación de 128 bits, en mi Dreamcast (última y gran consola de la empresa japonesa SEGA) cuando el día antes de un importante examen de la carrera, se me ocurrió comprar el primer Resident Evil de esa generación y primero también que no llevaba en su título numeración alguna: El “Resident Evil Code: Veronica”. Mi idea era echarle un vistazo y luego ya en verano jugar en profundidad con él. Craso error, ya que enganchaba tanto que me dieron ganas de mandar el examen a Parla y dedicarme en cuerpo y alma a una historia intensa y larga como pocas había probado.






A partir de ahí, seguí con interés toda la saga, juegos antiguos, nuevos y remakes, e incluso las películas, aunque estas nunca le hicieron ninguna justicia a la denominación o espíritu “Resident Evil”. Pero tras ver que Capcom ya no estaba interesada en dar miedo sino en matar indiscriminadamente tanto a zombis como a su propia franquicia de juegos, el año pasado, 2012, intente redescubrir otra serie de Survival horrors con mucha solera, que por unos motivos u otros, antes no me había terminado de convencer y que finalmente me enganchó y de qué manera…, Me hizo recordar que se puede pasar miedo con un buen juego, una buena ambientación y con una buenas historia, sin necesidad de demasiados "bichos". Haciéndome saltar del asiento alguna que otra vez, y otras, pasar aún más miedo en la oscuridad, donde el silencio es roto con sonidos de otros mundos y la tensión se hace cada vez más insoportable. Esa saga no era  otra que la de "Silent Hill".
 
 
                                   

                   Aquí un pequeño resumen que no llega a hacer justicia al Silent Hill Downpour.


 
Antes, y también en 2012, en formato portátil, me sorprendió un Resident más de la vieja escuela y que, la verdad, estoy deseando rejugar el “Resident Evil: Revelations” de la Nintendo 3DS.

Pero de todas estas experiencias os iré hablando en nuevas entradas, porque hay verdaderas joyas que merecen ser atendidas y desglosadas con mimo y dedicación. Y que, por vuestra parte, merecen que, al menos una vez en la vida, las juguéis y paséis miedo con ellas.


 
Ojalá sacaran más juegos así... de los que quieres y, a la vez, no quieres jugar, ni apagar las luces, o subir el volumen de la televisión. Y todo, porque no sabes lo que puede pasar. Ojalá sigan apareciendo más Survival Horrors, más historias de miedo donde tú eres el protagonista.