Lo reconozco, tengo una extraña debilidad por los museos de Arte Moderno. Quizás sea por la dificultad que existe para encontrar uno en nuestro país, o quizás porque es de los pocos lugares que no sabes que es lo que te puedes encontrar o, a lo mejor, es porque es un museo diferente donde existe algo más que las paredes para demostrar a qué se le puede llamar arte. No lo sé, pero lo cierto es que cada vez que me encuentro en una ciudad que tiene uno de estos museos, termino investigando y disfrutando de esos edificios llenos de obras de arte de artistas que aún respiran entre nosotros y a los que aún no se estudia en ningún colegio del mundo. Lo hice en Glasgow, lo hice en Estocolmo, lo hice en Nueva York y también lo hice en Edimburgo. En el caso de Edimburgo, estaba allí celebrando con Carla sus últimas horas con 23 años (se me ocurrió que sería un buen regalo de cumpleaños pasar unos días juntos en la Atenas del Norte).
En Edimburgo hay museos de todo tipo, en casi cualquier calle (de escritores, juguetes, ropa...) pero dejamos para el último día de nuestra estancia el ir al Museo que yo de verdad quería visitar, el de Arte Moderno. Bastante lejos del centro, (fuimos en un taxi y vivimos una aventura de casi dos horas de caminata para volver) nada más llegar te das cuenta de que estás ante algo diferente, y, aún sin haber visto nada ya tienes la sensación que ha merecido la pena ir.
Éste es el lago que hay junto al Museo de Arte Moderno
de Edimburgo.
Hay una puerta exterior, que da a, lo que parece, unos terrenos pertenecientes al museo, como si de un palacio se tratara. Aquí te espera un pequeño paseo por un camino con bancos junto a un jardín y numerosos árboles (desde luego, la naturaleza, la vegetación y el verde en toda Escocia, es impresionante) donde pude contemplar el lago más original que he visto en mi vida. Al final del caminito, ya espera el Museo, un gran edificio, que infunde bastante respeto con una fachada del griego clásico (no es el único lugar de la ciudad donde tendrás la sensación de estar en un templo griego, supongo que por eso la llaman la Atenas del Norte) y que da cuenta de la importancia del lugar que estás a punto de visitar.
Ya dentro, nos encontramos con una maravillosa exposición de Charles Avery (1973, Oban, Escocia) llamada "The Islanders: An Introduction" (Los Isleños: Una Introducción). Una de las cosas que llamaba la atención era la variedad de la exposición y que jamás se ve en un museo convencional, el autor presenta "su mundo" a través de dibujos a lápiz. Estos dibujos en muchos casos tenían un gran tamaño, y nos sorprendía que en algunos de ellos, los trazos borrados seguían distinguiéndose y formaban parte de la composición, dándole dinamismo y sensación de movimiento en muchos casos. también en algunos de estos cuadros a lápiz utilizaba tinta china para destacar algún detalle sobre el resto, como si no formara parte realmente de lo que aparece en el resto de la escena.
En estos dibujos y en muchos otros elementos de la colección está retratada una sociedad extraña, que crea un cierto rechazo visual (casi obligándote a aparta la mirada hacia otro lugar) recargada, decadente y en algunos casos, tras ver los paisajes y animales mutados que aparecen, una sociedad que ha sobrevivido a algún tipo de catástrofe. En este mundo, hay elementos recurrentes que aparecen en varias piezas como: el pequeño hombre del sombrero oriental, que parece arrastrarse por todos los lugares que quedan de esta "nueva" sociedad, pero como si nadie le hiciera caso, como si no existiera(en una pieza, donde aparece este pequeño hombre con sombrero oriental dos veces en dos poses diferentes, el autor lo llama "Cosciencia", quizás un mensaje de que se arrastra por una sociedad sin ciencia ni conciencia, con sólo la intención de comerciar) al igual que los diminutos hombrecillos ataviados de sombrero y chaqué en una pose muy aristocrática pero en lugares que no parece tener qu corresponderle y rodeado de personas que pertenecen a otra clase social, y que ni siquiera le prestan la más mínima atención, dejándolos aún más fuera de la escena representada.
Aquí podemos ver a Carla delante del Museo de Arte Moderno de Edimburgo
el día antes de cumplir los 24 años.
En Edimburgo hay museos de todo tipo, en casi cualquier calle (de escritores, juguetes, ropa...) pero dejamos para el último día de nuestra estancia el ir al Museo que yo de verdad quería visitar, el de Arte Moderno. Bastante lejos del centro, (fuimos en un taxi y vivimos una aventura de casi dos horas de caminata para volver) nada más llegar te das cuenta de que estás ante algo diferente, y, aún sin haber visto nada ya tienes la sensación que ha merecido la pena ir.
Éste es el lago que hay junto al Museo de Arte Moderno
de Edimburgo.
Hay una puerta exterior, que da a, lo que parece, unos terrenos pertenecientes al museo, como si de un palacio se tratara. Aquí te espera un pequeño paseo por un camino con bancos junto a un jardín y numerosos árboles (desde luego, la naturaleza, la vegetación y el verde en toda Escocia, es impresionante) donde pude contemplar el lago más original que he visto en mi vida. Al final del caminito, ya espera el Museo, un gran edificio, que infunde bastante respeto con una fachada del griego clásico (no es el único lugar de la ciudad donde tendrás la sensación de estar en un templo griego, supongo que por eso la llaman la Atenas del Norte) y que da cuenta de la importancia del lugar que estás a punto de visitar.
Ya dentro, nos encontramos con una maravillosa exposición de Charles Avery (1973, Oban, Escocia) llamada "The Islanders: An Introduction" (Los Isleños: Una Introducción). Una de las cosas que llamaba la atención era la variedad de la exposición y que jamás se ve en un museo convencional, el autor presenta "su mundo" a través de dibujos a lápiz. Estos dibujos en muchos casos tenían un gran tamaño, y nos sorprendía que en algunos de ellos, los trazos borrados seguían distinguiéndose y formaban parte de la composición, dándole dinamismo y sensación de movimiento en muchos casos. también en algunos de estos cuadros a lápiz utilizaba tinta china para destacar algún detalle sobre el resto, como si no formara parte realmente de lo que aparece en el resto de la escena.
En estos dibujos y en muchos otros elementos de la colección está retratada una sociedad extraña, que crea un cierto rechazo visual (casi obligándote a aparta la mirada hacia otro lugar) recargada, decadente y en algunos casos, tras ver los paisajes y animales mutados que aparecen, una sociedad que ha sobrevivido a algún tipo de catástrofe. En este mundo, hay elementos recurrentes que aparecen en varias piezas como: el pequeño hombre del sombrero oriental, que parece arrastrarse por todos los lugares que quedan de esta "nueva" sociedad, pero como si nadie le hiciera caso, como si no existiera(en una pieza, donde aparece este pequeño hombre con sombrero oriental dos veces en dos poses diferentes, el autor lo llama "Cosciencia", quizás un mensaje de que se arrastra por una sociedad sin ciencia ni conciencia, con sólo la intención de comerciar) al igual que los diminutos hombrecillos ataviados de sombrero y chaqué en una pose muy aristocrática pero en lugares que no parece tener qu corresponderle y rodeado de personas que pertenecen a otra clase social, y que ni siquiera le prestan la más mínima atención, dejándolos aún más fuera de la escena representada.
Coscienza 60.5 X 27.5 cm - 2008
Otra de las maneras que el autor presentaba esta colección de su obra en el Museo de Arte Moderno de Edimburgo, era con la escultura. Aquí destacan esos animales mutantes, que casi producen repulsión, y que quizás, representen esa superviviencia a algo catastrófico, que el autor parece señalarnos que ha ocurrido. Y que, además ha provocado que haya existido una elección natural entre los animales para que hayan podido sobrevivir, que hayan conseguido la supervivencia las especies más fuertes. En este caso no parece haber sido ninguna especie conocida, sino que se ha necesitado de la unión de dos especies, o de dos individuos de la misma especie para adaptarse a los nuevos tiempos. Como si el autor nos hablará de un nuevo origen de las especies ("El Origen de las Especies" es un libro de Charles Darwin, que en 1859, ya habla de la evolución de las especies. Incluso hasta su sexta edición en 1872, el título del libro había sido: "El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida"). Además, estas criaturas también puede representar al mundo actual, en lo que se ha convertido, una deformación, una abominación de lo que fue.
Aparte de las esculturas, la temática de los animales, de las nuevas especies que han sobrevivido, de esas abominaciones que han quedado, llegan a un estadio más realista (algunas piezas eran increíblemente reales) para lo cual el autor utilizó el proceso de la taxidermia, con una perfección y un detalle que llegabas a creer que esa especie, que ese animal existía. Sólo puedes saber que no era posible porque eran representaciones de esos animales inventados por el autor, mezcla de más de un animal conocido o existente. Una vez más, el autor vuelve a dar origen a nuevas especies con sus propias manos. Esta vez, llevándolo un paso más lejos, haciendo que todo el museo se convierta en un mundo real, en un mundo creado por él, en su mundo.
En el museo también podías encontrarte instalaciones, que expuestas de una forma aparentemente desordenada, llamaba bastante la atención. Pero este desorden no era precisamente un hecho azaroso, sino premeditado y lógico, ya que es otra manera de seguir apoyando la atmósfera de toda la exposición, de todo el museo. Un ambiente de caos que reina en este mundo representado por Charles Avery y que cada vez vemos como más real.
Aparte de todos estos elementos la exposición estaba repleta de texto: proposiciones filosóficas, texto extenso y explicativo de las obras, de donde se puede llegar a vislumbrar cómo es el mundo que ha creado, como se ha dado origen a esas nuevas especies, e incluso algunos de los motivos que le han impulsado al autor a realizar esta exposición.
Incluso, como curiosidad, para esta sociedad ficticia, para este mundo que se desmorona, creó etiquetas de latas de conservas y otros productos. Como si, aunque todo se viniera abajo, la parte comercial, la parte económica e, incluso, la cultura publicitaria, también tendrían que formar parte de cualquier mundo habitado por el hombre (¿Otra crítica más del autor de la sociedad en que vivimos?) De hecho la actividad comercial (bares, tiendas etc...) también se repite en varias ocasiones en sus dibujos. Este dibujo a lápiz ("Avatars", 2005) engloba prácticamente todo el sentido y significado de la exposición, del mundo que refleja. Tenemos la actividad comercial que acabamos de comentar, las nuevas especies a las que se han dado origen. Es curioso y representativo hasta el nombre, Avatars, que puede arrohar más luz sobre las intenciones y significado de la obra. En el marco del hinduismo, un avatar es la encarnación terrestre de un dios, en particular Vishnú. El término significa ‘el que desciende’; La palabra también se utiliza para referirse a encarnaciones de Dios o a maestros muy influyentes de otras religiones apartes del hinduismo, especialmente a los adherentes a tradiciones dhármicas cuando tratan de explicar a personajes como Cristo. Por lo tanto los animales, esas abominaciones para el ojo pueden ser un ser superior reencarnado, una especie mejor, una reencarnación en un ser vivo mejor, pero que estén comerciando con ellos vuelve a colocar al hombre, a la sociedad, al mundo en el caos, porque están vendiendo a dioses, se han perdido todos los valores. Sigue sin haber una esperanza... En lo formal destacan esos trazos a lápiz que deberían ser borrados (que cualquier artista, dibujante o arquitecto hubiera borrado) pero que el autor deja con la intención de que formen parte de toda la composición, en este caso, se ve en los puntos de fuga.
El ejemplo más claro de la suciedad, del caos y la perdida de los valores de nuestra sociedad, que coge el sentido más religioso y espiritual de transformación, y de pureza y lo contamina, lo corrompe y no lo respeta es: La Cámara de la Eternidad. Un vaso hexagonal interior amurallado por espejos, iluminado por un espectro de arco iris de luces en el techo y el suelo, y cuadros como el de un salón de baldosas estilo Victoriano.Permite a la audiencia para visualizar una sección del mundo de los isleños y tener fe en su poder. La gaviota es un ser superior reencarnado llamado Mesudo. La simetría, el patrón y el embellecimiento se asemeja a la de la arquitectura de Oriente Medio, en concreto una mezquita o templo.
Pero volvemos a la sociedad de los valores perdidos: Charles Avery caracteriza a sus adoradores como forasteros, buscando la vida eterna prometida pasando pocos segundos dentro de la cámara. Define el interior sagrado como un lugar oscuro, sucio y con malas intenciones, con las colas para el stand de una eternidad brillante y prometedora. La mirada del forastero es la de gente desposeída que intenta entrar por turnos en la cámara de la eternidad para mantener el calor, no hay sentido de la ocasión, devoción, o de la excitación. Y una vez más nos da una clara impresión de que quiere utiliza su mundo de fantasía como un espejo satírico de nuestra propia sociedad. (Los espejos de la cámara, un lugar sagrado que refleja la bajeza de las personas de esta sociedad).
En el museo también podías encontrarte instalaciones, que expuestas de una forma aparentemente desordenada, llamaba bastante la atención. Pero este desorden no era precisamente un hecho azaroso, sino premeditado y lógico, ya que es otra manera de seguir apoyando la atmósfera de toda la exposición, de todo el museo. Un ambiente de caos que reina en este mundo representado por Charles Avery y que cada vez vemos como más real.
Aparte de todos estos elementos la exposición estaba repleta de texto: proposiciones filosóficas, texto extenso y explicativo de las obras, de donde se puede llegar a vislumbrar cómo es el mundo que ha creado, como se ha dado origen a esas nuevas especies, e incluso algunos de los motivos que le han impulsado al autor a realizar esta exposición.
Incluso, como curiosidad, para esta sociedad ficticia, para este mundo que se desmorona, creó etiquetas de latas de conservas y otros productos. Como si, aunque todo se viniera abajo, la parte comercial, la parte económica e, incluso, la cultura publicitaria, también tendrían que formar parte de cualquier mundo habitado por el hombre (¿Otra crítica más del autor de la sociedad en que vivimos?) De hecho la actividad comercial (bares, tiendas etc...) también se repite en varias ocasiones en sus dibujos. Este dibujo a lápiz ("Avatars", 2005) engloba prácticamente todo el sentido y significado de la exposición, del mundo que refleja. Tenemos la actividad comercial que acabamos de comentar, las nuevas especies a las que se han dado origen. Es curioso y representativo hasta el nombre, Avatars, que puede arrohar más luz sobre las intenciones y significado de la obra. En el marco del hinduismo, un avatar es la encarnación terrestre de un dios, en particular Vishnú. El término significa ‘el que desciende’; La palabra también se utiliza para referirse a encarnaciones de Dios o a maestros muy influyentes de otras religiones apartes del hinduismo, especialmente a los adherentes a tradiciones dhármicas cuando tratan de explicar a personajes como Cristo. Por lo tanto los animales, esas abominaciones para el ojo pueden ser un ser superior reencarnado, una especie mejor, una reencarnación en un ser vivo mejor, pero que estén comerciando con ellos vuelve a colocar al hombre, a la sociedad, al mundo en el caos, porque están vendiendo a dioses, se han perdido todos los valores. Sigue sin haber una esperanza... En lo formal destacan esos trazos a lápiz que deberían ser borrados (que cualquier artista, dibujante o arquitecto hubiera borrado) pero que el autor deja con la intención de que formen parte de toda la composición, en este caso, se ve en los puntos de fuga.
El ejemplo más claro de la suciedad, del caos y la perdida de los valores de nuestra sociedad, que coge el sentido más religioso y espiritual de transformación, y de pureza y lo contamina, lo corrompe y no lo respeta es: La Cámara de la Eternidad. Un vaso hexagonal interior amurallado por espejos, iluminado por un espectro de arco iris de luces en el techo y el suelo, y cuadros como el de un salón de baldosas estilo Victoriano.Permite a la audiencia para visualizar una sección del mundo de los isleños y tener fe en su poder. La gaviota es un ser superior reencarnado llamado Mesudo. La simetría, el patrón y el embellecimiento se asemeja a la de la arquitectura de Oriente Medio, en concreto una mezquita o templo.
Pero volvemos a la sociedad de los valores perdidos: Charles Avery caracteriza a sus adoradores como forasteros, buscando la vida eterna prometida pasando pocos segundos dentro de la cámara. Define el interior sagrado como un lugar oscuro, sucio y con malas intenciones, con las colas para el stand de una eternidad brillante y prometedora. La mirada del forastero es la de gente desposeída que intenta entrar por turnos en la cámara de la eternidad para mantener el calor, no hay sentido de la ocasión, devoción, o de la excitación. Y una vez más nos da una clara impresión de que quiere utiliza su mundo de fantasía como un espejo satírico de nuestra propia sociedad. (Los espejos de la cámara, un lugar sagrado que refleja la bajeza de las personas de esta sociedad).
Se dice que Charles Avery pertenece a una nueva generación de artistas que pertencen al movimeinto "Altermodern", que significa "El arte se hace ahora, en respuesta a una sociedad global y como una reacción contra la normalización y la comercialización." Esto explicaría la crítica que desea hacer y la representación que hace de esta sociedad, aún haciéndolo desde la creación de una sociedad ficticia y hasta de su fauna y religión. Por eso si entras en una exposición como ésta, la evolución de las especies, su creación dejan de ser competencia de Charles Darwin y su libro "El Origen de las Especies" y pasan a serlo de Charles Avery y su libro: "The Islanders: An Introduction"
Para terminar me gustaría decir que fue un placer compartir con Carla esa visita al Museo de Arte Moderno y poder disfrutar con ella de esta exposición.
Moraleja: merece la pena ir a Museos de Arte Moderno.
Qué buenísima la entrada, si hubiera la opción de "compartir" lo haría para incorporarla en mi blog también. Qué buenos recuerdos, qué bien descrita la exposición y qué completo el contenido.
ResponderEliminarMe encantó el estilo de Charles Avery y sus obras, su mundo.
Como bien dices es una lástima que en España no tengamos ningún museo de Arte Moderno, en fin...habrá que recorrerse el mundo para verlos!
Eso o...montar uno propio!
Para mi también fue un placer compartir la experiencia contigo, gracias por el regalo de cumpleaños.
Gracias, me puse a escribir y cuando me di cuenta no podía parar, me encantó el viaje, el museo, la exposición y me puse a analizar, buscar, reflexionar y pensar y convertí una entrada en casi una Tesis, me alegro que al menos te haya gustado y te haya parecido completo. Habrá que estar atento e intentar saber donde podemos volver a ver a Charles Avery u por supuesto seguir buscando nuevos artista en los museos modernos del mundo.
ResponderEliminarPero cómo no me va a parecer completo si has puesto incluso las imágenes más representativas de la exposición, creo de hecho que sigue con la misma, habría que ver si ha creado algo nuevo.
ResponderEliminarPodrías publicarlo en cualquier medio especializado, desde luego te está quedando un blog de calidad.
Menudo análisis completo. Dan ganas de investigar por la Red a este hombre. De hecho, voy a hacerlo ahora mismo
ResponderEliminarhttp://www.list.co.uk/article/14587-charles-avery/
ResponderEliminarUn enlace sobre esta misma exposición, que incluye una entrevista.
Estoy seguro que en castellano nadie ha escrito tanto sobre él o su obra (quizás ni siquiera haya nada sobre él en la red en castellano) , la verdad es que me puse y no podía parar pero sí es un análisis en toda regla. Es un artista muy interesante. Espero que te haya gustado y si ha servido para descubrírtelo pues aún mejor. Cuando quieras hablamos de él.
ResponderEliminarNo te creas que hay tanto por ahí. Es que hay un tipo con el mismo nombre (y nacido justo 100 años antes, o sea, en 1873).
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