sábado, 24 de abril de 2010

DREAM o una historia sobre cómo los extremos se tocan

Afortunadamente aún quedan películas que tienen un aura diferente al resto. Y Dream de Kim Ki-Duk (prestigioso y galardonado director surcoreano) es una de esas películas. Obviamente,  la diferencia cultura que existe por ser una película surcoreana podría parecer suficiente justificación para explicar el hecho de no parecerse a ninguna de las películas que podemos encontrarnos cualquier día en cualquier canal de televisión o cine más cercano. Pero estamos ante una película diferente por otras razones, ya que trata temas, que también para nosotros, son actuales y cotidianos. Por lo tanto, es diferente por algo más, algo que exhala cada fotograma y que se convierte en un todo que nos envuelve y nos lleva a una realidad cercana pero desconocida.

Sin desvelar nada del argumento, lo primero que llama la atención es que no hay ningún tipo de preámbulo. Desde el primer segundo ya comienza la historia principal. Nada de enseñarnos como era la vida de los personajes antes, o mejor dicho, directamente nada de como son los personajes que protagonizaran la historia. No te explican como es su vida, ni a que se dedican, ni como eran de felices antes de que ocurrieran los hechos que se nos van a presentar durante la película (muy típico esto, de las películas americanas). Y aunque muchas de estas cuestiones se irán vislumbrando según avance la película en ningún momento conoceremos a nadie que haya pasado por sus vidas o que se interese por ellos, ningún amigo, ningún familiar etc... nadie a quien poder llamar por teléfono en un momento de necesidad.

Los diálogos son muy sencillos, incluso simples, y sobretodo, son casi inexistentes. La historia se cuenta con frases muy explicativas. De repente, un personaje del que no sabemos y nunca sabremos absolutamente nada, dirá claramente cual oráculo, qué es exactamente lo que está ocurriendo e incluso, como se puede deshacer el entuerto. En general, los personajes que no son principales son tan simples en sus afirmaciones que no te lo puedes llegar a creer en ningún momento, (También supongo que el doblaje ayuda a esta última aseveración, reconozco que mi coreano anda flojo últimamente...) No ocurre lo mismo con los dos personajes principales, ya que, aunque su diálogo no va mucho más allá e incluso algunas de sus acciones también son poco creíbles (deben de sufrir narcolepsia los dos porque esa facilidad para dormir ya la quisiera yo muchas veces...), sus gestos nos hacen empatizar con ellos y sus miradas nos transmiten por todo lo que están pasando sin necesidad de decirlo (Nota aparte merecen los gestos que tienen mientras practican sus métodos para intentar no dormir, ya que podrían estar sacadas de cualquier película de terror japonesa como The Ring o La Maldición y nada tiene que ver con su saber estar en el resto de situaciones). Los dos personajes secundarios apenas tienen frases o tiempo de demostrar la profundidad que puedan llegar a tener (aunque la actriz secundaria vuelve a aparecer hacia el final de la película y puede lucirse un poco más), pero al menos, tienen la fortuna de estar en la escena más impactante de toda la película, tanto en lo estético como en lo argumental desde mi punto de vista, demostrando en unos pocos segundos toda la fuerza que tienen dentro y formando una composición juntos a los protagonistas y el paisaje inolvidable y casi pictórica.


Estéticamente en ningún momento hay un ángulo o plano extraño que nos recuerde que hay alguien detrás de la cámara. Todo fluye de una manera sencilla e, incluso, lógica, ya que parece que cada plano es exactamente lo que le pedía cada escena. Quizás, Ki-Duk, abuse del desenfoque para enseñarnos que el personaje se está durmiendo y del efecto como de ralentizado, cuando estamos viendo lo que sueña el protagonista masculino. Pero en general, se puede decir que todo es como se supone que debería ser, que todo es correcto.


Lo que sí que destaca por encima del resto, es la dirección de arte y la dirección de fotografía, que son exquisitas: los colores, las prendas (casi siempre uno vestido de blanco y otro de negro porque como repiten varias veces en la película: "el blanco y el negro son el mismo color") las casas y su decoración, cuando la imagen se divide por un pañuelo o cortina y una parte está totalmente difuminada... y por supuesto esa escena de los cuatro personajes con la ropa y la colocación entre ellos respecto al fondo, perfectamente estudiada,  en esa maravillosa composición onírica y casi pictórica, antes comentada. Es en parte a esta dirección de arte y de fotografía, por lo que también todo respira algo diferente algo, más bello de lo que solemos ver en cualquier película que llega a nuestros cines. Por momentos muchos de los planos se convierten en un lienzo y parecen auténticas obras de arte.


Respecto a la banda sonora, más que las composiciones de Ji Bark que apoyan bien la acción, destaca la canción que repiten varias veces y que finalmente acompaña a los títulos de crédito llamada Breath, compuesta por Philip Sheppard y cantada por Juliette Van Peteghem, muy del estilo de Lisa Gerrard.

En definitiva una historia de amor y su reverso el desamor, contada a través del sueño y su reverso, el
sonambulismo, con algo de espiritualidad budista en forma de transformación en mariposa, y que nos
alejará de todo lo que estamos acostumbrados a ver o, simplemente, a todo lo que estamos acostumbrados
a que nos dejen ver. Porque, Dream de Kim Ki-Duk, fue Selección Oficial en el Festival de San Sebastián de 2008 y en el Festival de Cine asiático de Barcelona (BAFF) de 2009, pero ni aún así llegó a estrenarse en los cines de nuestro país.

2 comentarios:

  1. Ya tengo curiosidad, la verdad. A ver si la veo. Lo de la sencillez me tira para atrás, pero en fin, veremos.

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  2. Ah, y recuerda: te interesa poner los "tags" a cada entrada: palabras claves, como el título de la película, el director, el género, "cine oriental" o "cine asiático", algo así

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